13-11-08 - Nº 3 - Dúo R.Zamuruev-V.Chernelevskii

CONCIERTO Nº 3 - 13 DE NOVIEMBRE DE 2008
DÚO RODION ZAMURUEV - VIKTOR CHERNELEVSKII, Violín y piano
Comentarios a las obras.

1. J. Brahms – Scherzo en Do menor.

Forma parte de una Sonata colectiva cuya singularidad merece una explicación del por qué de su existencia. Durante su estancia en Düsseldorf en 1853, Brahms se reunía a diario con un grupo de amigos músicos y pintores, entre los que sobresalían el violinista Joseph Joachim, Robert Schumann y uno de los mejores alumnos de éste, Albert Dietrich. Se proyectó un festejo musical como fin de la estancia, en el que Joachim tocaría la Fantasía op. 131 para violín y orquesta de Schumann, dirigida por el propio autor. Siguiendo una vieja tradición, a Schumann se le ocurrió la idea de sorprender a Joachim con una sonata colectiva para violín y piano, y que éste la interpretase y adivinara quién era el autor de cada parte. El segundo y cuarto movimientos (intermezzo y finale) estuvieron a cargo de Schumann, el primero (allegro) lo compuso Dietrich y el tercero (scherzo), Brahms.
La obra acabó llamándose “Sonata F.A.E. en La menor”, siendo esas tres letras las iniciales del lema de Joachim “Frei, aber einsam” (“Libre, pero solo”) y, según la notación musical germana, denominan a las notas fa, la y mi. La ocurrencia tuvo enorme éxito entre el grupo. Brahms quiso enmascarar su parte imitando descaradamente la de Dietrich, pero finalmente, Joachim no tuvo dificultades para identificar al autor de cada parte.
Tras la muerte de Brahms, Joachim hizo publicar sólo el scherzo, en 1906, por considerar que era el único fragmento digno de conservarse. Pocos años más tarde, esta rareza de obra musical sería publicada completa.

Se puede descargar de este sitio:
http://www.lastfm.es/music/Volodja+Balzalorsky/_/Johannes+Brahms+-+Scherzo+in+C+minor

2. Grieg - Sonata para violín y piano Nº 3 en Do menor, Op.45
Después de un periodo improductivo, Grieg es animado por una amiga violinista a escribir una tercera sonata para violín, componiendo (en 1886-87) la que sería su última obra de música de cámara. Representa una fractura enorme si la comparamos con sus otras dos sonatas, obras de juventud y compuestas veinte años antes. El autor consiguió con ella superar un decaído ánimo que por entonces le aquejaba. Él mismo la estrenó junto con el violinista ruso Adolph Brodsky, en Leipzig, siendo enseguida aclamada en toda Europa y América del norte.
En un consciente esfuerzo por superar el estilo nacionalista que había marcado sus obras anteriores, Grieg apostó por un estilo de “amplios horizontes”, destacándose en ella, en términos generales, un sentimiento trágico, dramático y melancólico. La sonata está desde el principio animada de su apasionada personalidad y ofrece una rica y sólida base armónica junto con un refinado entrelazado de sus líneas melódicas, dando lugar a un espléndido juego entre ambos instrumentos. En definitiva, se trata de una obra con abundantes pasajes espectaculares que le dan un aire subyugante y emotivo.
1. El primer movimiento, Allegro molto, se construye sobre dos temas básicos. El primero tiene un carácter sombrío y conflictivo, con un violín atormentado y sonando en la cuerda más grave, desde donde hace repentinas incursiones a las zonas más agudas que sorprenden por su lirismo. El tema secundario es más cantable y melódico, sirviendo de sosiego al tormentoso ambiente general.
2. El segundo movimiento, Allegretto Espressivo alla romanza, es uno de las melodías más inspiradas del autor. Es presentada por el piano y luego retomada por el violín. Nunca se mezclarán del todo ambos instrumentos y finalmente será el violín quien desarrolle todo el potencial mientras el piano hace un sencillo acompañamiento. Pero aun queda por llegar un pasaje rápido con aires de danza noruega hasta llegar al final con los trinos ascendentes del violín y la armonía cromática descendente del piano.
3. El tercer movimiento, Allegro animato, es una festiva celebración del virtuosismo. Expansivo y vital, está lleno de amplias frases cantantes que conducen al final, en prestissimo, lleno de ritmo intenso y brillante. Un magnífico y adecuado final de esta espléndida sonata que desde el principio está en los atriles de los mejores violinistas de cada época.

3. Massenet - Meditación (de la ópera “Thais”).
La ópera “Thais” está basada en una novela de Anatole France, quien a su vez se inspiró en leyendas griegas y egipcias. Tuvo gran éxito tras su estreno en 1894, y más aun cuando –tras realizar su autor ciertos cambios- fue reestrenada en 1898. A mediados del siglo XX comenzó a dejar de representarse, lo que no impidió que su título sea hasta hoy universalmente conocido debido sobre todo a esta melodía transcrita para violín y piano.

4. Alfred Schnittke – A Paganini.

Compuesto en 1982, se trata de un homenaje a Paganini escrito para violín solo y que se enmarca dentro de una serie de obras de “música sobre música”.
Desde 1976 trabaja con elementos tonales, mezclas poliestilísticas, citas y connotaciones intertextuales, ya sea para recordar o para imitar estilos. Así ocurre con obras sobre Gesualdo, Mozart, Stravinsky, Shostakovich, Grieg, Prokofief, las Tres cadenzas para el Concerto de violín de Beethoven (para solo violín, 10 violins y timbales), etc. Schnittke es un autor muy útil para estudiar las músicas sobre músicas, siendo un modelo casi en estado puro de esa tendencia ecléctica que él usaba para “llamar la atención del oyente acerca de la tragedia que significa la desaparición de una bonita manera de escribir música que nunca volverá”.

5. Chaikovski - Melodía y Scherzo, Nos. 3 y 2 del opus 42.

La obra de donde proceden estas dos partes se titula “Recuerdos de un lugar querido”, para violín y piano, Op. 42. Compuesta en 1878, está dedicada a la amiga y protectora del autor Mme. von Meck. El “lugar querido” era la suntuosa mansión que esa mujer poseía en Rusia y donde Chaikovski tenía permiso para refugiarse mientras fueron amigos.
De los tres movimientos de la pieza, aquí se tocan solo dos, Melodía, página elegante y encantadora pero sin mayores virtudes, y Scherzo, que es en realidad una “tarantella” llena de ritmo frenético.
El primer movimiento, Meditación, es lo que Chaikovski había compuesto el año anterior en Suiza para formar parte, como movimiento lento, de su concierto para violín. Hoy conocemos la maravillosa Canzonetta que lo sustituyó, pero ahora era –o es- una ocasión para conocer en vivo lo que Chaikovski había proyectado en principio para su concierto.










6. Fritz Kreisler – Liebesfreud y Liebesleid.


Kreisler fue ante todo violinista, y un violinista excepcional. Empezó sus estudios de violín a los cuatro años con su padre, médico y violinista aficionado. A los siete años fue admitido en el Conservatorio de Viena, siendo así el alumno más joven admitido hasta entonces. A los nueve años dio su primer recital y a los diez ganó una medalla de oro, una distinción sin precedentes. Estudió en el Conservatorio de París, dejándolo en 1887 tras conseguir el primer premio fin de carrera junto con otros cuatro alumnos, todos ellos diez años mayores que él. A los doce años decidió que ya sabía todo lo que había que saber del violín y dejó de tomar clases. En 1899 debutó con la Orquesta Filarmónica de Berlín, con Nikish de director, lo que marcó el comienzo de su carrera internacional.
Fue también un compositor de talento. Aparte de cuartetos de cuerdas, una opereta, cadenzas para los conciertos de Beethoven y Brahms y numerosas piezas cortas (como las dos del programa) se entretenía en componer piezas en estilo antiguo, haciendo creer que eran obras perdidas o desconocidas de autores pasados muy conocidos, como Pugnani, Francoeur, el padre Martini y otros. Cuando admitió en 1935 que estas piezas eran un engaño, muchos críticos, como Ernest Newman, montaron en cólera, mientras otros se lo tomaron como una broma original. De todas maneras, es extraño que tantos expertos fueran engañados por las suplantaciones de Kreisler. De cualquier modo, estas encantadoras piezas continúan enriqueciendo el repertorio violinístico.

7. Rodion Shchedrin – A imitación de Albéniz
Compositor ruso cuya obra es muy conocida en su país y poco en Europa occidental. Es ésta una rara ocasión para conocerla, aunque sea parcialmente. La “Imitación a Albéniz” se nos presenta, al igual que la obra de Schnittke, como una “música sobre música”. La obra ha sido transcrita para diferentes agrupaciones instrumentales: para violoncelo y piano, violín y piano, orquesta de cuerdas, piano solo, etc.

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