08-05-09 - Nº 15 - TRÍO DUCALE

TRÍO DUCALE
(Clarinete, violonchelo y piano)




R.Wagner (1813-1883)
Siegfried-Idyll (Idilio de Sigfrido) (trascripción de M. Paderni)















Esta obra es la objetivación musical del cinismo más grande y conocido en el mundo de la música. Pero Wagner era así no sólo en los aspectos más o menos amorosos, sino en cualquier otro. Se creía el ombligo del mundo. Le gustaba oír su propia voz y leía sus escritos (ensayos y libretos) a sus amigos abusando de su tiempo. En cierta ocasión se presentó por la noche en casa de unos amigos y les leyó la Tetralogía completa durante toda una noche y parte de la mañana siguiente. Daba por hecho que eso era lo más importante que había que hacer esa noche para cualquiera. Lo que sigue es el relato muy resumido de los hechos que rodean el nacimiento de esta obra de circunstancias.

En 1862 Wagner se separa de su esposa, Minna Planer. En julio se reune con el director de orquesta Hans von Bülow y su esposa Cósima Liszt. En 1863 nace la segunda hija de Cósima y Bülow. En noviembre, Cósima y Wagner se encuentran en Berlin, en donde se hacen la promesa de “pertenecernos sólamente el uno al otro”. En 1864, durante su estancia junto al lago Starnberg, se sella la unión. El 10 de abril de 1865 nace en Munich la primera hija de Cósima y Wagner, mismo día que von Bülow dirigía el primer ensayo de Tristán e Isolda. Isolda será, precisamente, el nombre de la niña, que fue registrada como hija de Bülow, debido al deseo de evitar el escándalo pero también –y sobre todo- para no poner en peligro la protección y buenos dineros que procedían del rey Luis II de Baviera. Para ello, en el bautizo, Richard no tuvo inconveniente en actuar como padrino de su propia hija. De modo que lo que empezó siendo un triángulo amoroso se convirtió pronto en un cuadrángulo, habiendo en él dos engañados, uno consentido (el sexual) y otro ignorante (el económico). La ópera se estrenará en Munich el 10 de junio del mismo año, con dirección musical del todavía esposo de Cósima.

En 1866 los amantes se instalan en ‘Tribschen’, una casa alquilada en un paraje idílico -¡como no!- junto al lago de Lucerna, en donde el 17 de febrero de 1867 nace la segunda hija de la unión, a la que llamarán Eva, nombre de la protagonista de ‘Los maestros cantores de Nüremberg’. En junio de 1869 nace en Tribschen Siegfried, tercero de los hijos de la pareja y también con nombre de personaje de ópera del padre. El 22 de septiembre se estrena en Munich ‘El oro del Rin’, por deseo del rey y con el voto en contra de Wagner, comenzando aquí los síntomas de desavenencia de una de las parejas. El 18 de julio de 1870 se certifica el divorcio de Bülow y Cósima; al día siguiente estalla la guerra franco-alemana. El 25 de agosto, Cósima y Wagner se casan en una iglesia luterana en Lucerna. El 25 de septiembre, una pequeña orquesta que ha ensayado a escondidas de Cósima, interpretan en las escaleras de la casa Tribschen, el “Idilio de Sigfrido”, compuesto por Wagner como regalo de cumpleaños de Cósima y como alabanza por el nacimiento de Siegfried. La música suena estando la dama en el piso de arriba, llevándose una agradable sorpresa.

De los asuntos entre los dos hombres, los reproches, la “vergüenza” de Cósima, el cinismo de Wagner y otros aspectos de la historieta, basta con tres noticias y un fragmento de carta. Al morir Minna Planer, su primera esposa, Wagner escribe “Oh, es digna de envidia, ella, que por fin ha abandonado la lucha sin sufrimiento”. O cómo, al nacer Isolda, felicita calurosamente a Bülow. O los comentarios satíricos de la prensa tras el estreno de El oro del Rin: “Ayer se estrenó la obra del padre de la hija de la esposa del director de la orquesta”.

En cuanto a la carta de 1869, escrita por Bülow a la condesa Charnacé, hermanastra de Cósima, destaca en ella este fragmento: “Hace unos meses supe por la prensa de la dicha del maestro, al que su amante -ese es su verdadero nombre- al fin le había regalado un hijo bautizado con el nombre de Siegfried como presagio propicio para el acabamiento de su nueva obra. Mi frente ha sido coronada así de la manera más brillante. No pude huir de Munich inmediatamente ... pero el infierno que he soportado durante estos últimos meses de mi actividad allí, no es para ser descrito”.

La obra es una amalgama de fragmentos entresacados de las obras de su autor, sobre todo se aprecia la melodía de la escena de amor de “Siegfried”. Resulta una mezcla relativamente bien estructurada, siendo sin embargo, en palabras de Ernest Newman, “Una música exquisita que nos desconcierta a veces debido a la brusquedad aparente de sus transiciones”. En definitiva, que se notan los puntos de sutura de la exquisita operación quirúrgica, tanto musical como existencial.



R.SCHUMANN(1810-1856)
Märchenerzählungen (El cuentacuentos) Op.132

Originalmente escrito para clarinete, violín (o viola) y piano. Tiene su origen en una colección de cuentos de hadas relacionados con el universo mágico de las viejas leyendas alemanas.

Consta de cuatro movimientos:
- Lebhaft, nicht zu schnell (Animado, pero no demasiado deprisa)
- Lebhaft und sehr markirt (Animado y muy marcado).
- RuhigesTempo, mit zartem Ausdruc (Tempo calmo y con expresión tierna)
- Lebhaft, sehr markirt (Animado, muy marcado).


F.Mendelssohn (1809-1847)
Trío concertante para clnte,vchlo. y piano, en Re menor, Op.114

El opus 114 es una Konzerstucke para clarinete, corno de basset y piano. Junto con su gemela, el opus 113, fueron compuestas en 1833 para el lucimiento de dos amigos del autor


M.Bruch (1838-1920)
Dos piezas (De las ‘Ocho Piezas’, Op.83)

El opus 83 está formado por ocho piezas para violín, clarinete y piano escritas en Berlin en 1910.


Johannes Brahms (1833 – 1897)

Trío para clnte, vchlo y piano,
en La menor (op.114)

Aproximándose al final de su vida, Brahms conoce en Meiningen al hábil clarinetista Mühlfeld, quien le hace oír las espléndidas cualidades tímbricas de este instrumento. De este encuentro surgieron cuatro obras de cámara con clarinete en las que el compositor saca a relucir todos los recursos técnicos y matices expresivos del instrumento. Compuesto en el verano de 1891, en Ischl, lugar de veraneo de Brahms. La concepción de los temas nace de la misma naturaleza del instrumento de madera, que aporta su especial timbre para conseguir entre clarinete y violonchelo una mezcla armoniosa y magnífica, a la que se une el piano, formándose un conjunto sonoro bastante equilibrado si tenemos en cuenta las diferencias entre estos tres instrumentos, que constituyen en realidad el trío más heterogéneo que hay en la organología musical: timbres diversos, expresividades muy diferentes, manera de producir el sonido en cada uno, etc.









La obra se puede tocar cambiando el clarinete por una viola (y así lo especificó Brahms) pero entonces pierde gran parte de su encanto, ya que los temas están expresamente concebidos para el timbre y cualidades técnicas y expresivas del clarinete. Un crítico dijo que “el clarinete y el violonchelo se funden tan bien, que parece que estuviesen haciendo el amor”. El propio autor, en un rasgo de humor negro, dijo de su obra que era “una bobada gemela de una bobada aún más grande”. La comparaba con el Quinteto para clarinete y cuerdas, Op.115, del mismo año, una obra superior al Trío en todos los sentidos. Sin embargo, ninguna de ellas se merecía esa calificación.
Ambas obras, Quinteto y Trío, fueron interpretadas, directamente del manuscrito, en Meinigen la noche del 24 de noviembre de 1891, con Brahms al piano, Mühlfeld al clarinete y Hausmann al violonchelo. El estreno “oficial” del Trio tuvo lugar en Berlin el 12 de diciembre del mismo año. (F. Soria).

Shostakovich acosado por la autoridad

LOS FASCISMOS CONTRA LA MÚSICA

En el blog www.musicaunmundopolisemico.blogspot.com
(hay un enlace directo en la columna de la izquierda)
se ha publicado un artículo (bastante largo)
sobre Shostakovich acosado por el régimen de Stalin.
Sirva como ampliación de los comentarios al concierto del
próximo 24 de abril, con obras de Shostakovich.

24-04-09 - Nº 14 - CUARTETO DE MOSCÚ

CUARTETO DE MOSCÚ



Alexander Borodin (1833-1887)

Cuarteto nº 2, en Re mayor.

Parece haber sido escrito en un tiempo de dos meses, al regreso de un viaje a Alemania dondehabía tenido un encuentro con Liszt y volvía junto a su mujer. Según su biógrafo S.A. Dianine, el cuarteto fue concebido como regalo a su mujer por el vigésimo aniversario de su matrimonio. Escrito en un estado de máxima concentración, desconocido en él, a quien se le llamada “compositor de fines de semana”, pues como sabemos, él era bioquímico.
Estrenado en San Petersburgo el 9 de marzo de 1882








Dmitri Shostakóvich (1906-1975)
Cuartetos Nos. 7, Op. 108 y 8, Op. 110 (1960)


SÉPTIMO CUARTETO Es el cuarteto más corto del autor, de una duración entre 11 y 13 minutos. Como ya sucedió en el nº 5, sus tres movimientos se suceden sin pausa, escritos en forma de una única secuencia. Escrito, como el nº 8, en 1960, está dedicado “A la memoria de Nina Vasilievna”, primera esposa de Shostakovich y que había muerto en 1954. Estrenado el 15 de mayo de 1960 en la Sala Glinka, de Leningrado, por el Cuarteto Beethoven.


(En la foto: Shostakovich, su esposa Nina y Sollertinski, en 1932)

OCTAVO CUARTETO Es el más conocido e interpretado de Shostakovich. Sus cinco movimientos se suceden sin pausa. La dedicatoria “A la memoria de las víctimas del fascismo y de la guerra” nos impulsa a conocer en primer lugar qué circunstancias rodearon el nacimiento de esta genial obra. En las memorias tituladas “Testimonio” y dictadas por Shostakovich a Solomón Volkov, se incluyen párrafos de reflexión acerca de esta y otras obras que tenían que ver con la guerra. Dado que estas memorias han sido objeto de numerosas críticas, se procura citar aquí los párrafos más ampliamente aceptados:




<< Naturalmente, el fascismo me resulta repugnante, pero no sólo el fascismo alemán; en cualquiera de sus formas me resulta repugnante. A la gente le gusta recordar el período de preguerra como una época idílica, diciendo que todo estaba bien hasta que Hitler nos perturbó. Hitler era un criminal, eso está claro, pero también lo era Stalin.
Siento un dolor eterno por aquellos que fueron asesinados por Hitler, pero siento no menos dolor por aquellos asesinados por órdenes de Stalin. Sufro por cada uno de los que fueron torturados, fusilados o abandonados hasta la muerte. Hubo millones de ellos en nuestro país antes de que la guerra con Hitler empezara.
La guerra trajo mucha amargura nueva y mucha destrucción nueva, pero yo no he olvidado los terribles años de preguerra. De eso es de lo que tratan todas mis sinfonías, empezando por la Cuarta e incluyendo la Séptima y la Octava. No tengo nada que oponer a que se llame ‘Sinfonía Leningrado’ a la Séptima, pero no se trata de Leningrado sitiada por el ejército de Hitler, sino de Leningrado que Stalin destruyó y que Hitler meramente remató. [...] Después, toda la miseria se le atribuyó a la guerra, como si sólo durante ella la gente hubiera sido torturada y asesinada. Por ello, la Séptima y la Octava son ‘sinfonías de guerra’. Esta es una tradición muy arraigada. Cuando escribí el ‘Octavo Cuarteto’ también fue calificado de “desenmascaramiento del fascismo”. Tienes que estar sordo y ciego para hacer tal cosa, porque todo en este cuarteto es tan claro como el agua. Cito en él a Lady Mackbeth y las Sinfonías Primera y Quinta; ¿qué tiene que ver el fascismo con esas citas?. El Octavo es un cuarteto autobiográfico, cita una canción conocida por todos los rusos: “exhausto por las penalidades de la prisión”.>>

Hay otro documento igualmente significativo sobre este cuarteto: En una carta de Shostakovich a su amigo más íntimo, Isaac Glikman, (carta que ha sido publicada junto con otras enviadas a este musicólogo) habla de las circunstancias de composición del Octavo Cuarteto. Después de decir que, en Dresde, en lugar de dedicar los tres días que permaneció allí para componer la música de la película ‘Cinco días, cinco noches’, ""Escribí un cuarteto que no sirve para nada y que es ideológicamente reprobable. Pensaba que si me muriese, sería difícil que alguien compusiera una obra en mi memoria, de modo que decidí escribir yo mismo algo para ese fin. En la portada se podría poner: “Dedicado a la memoria del compositor de este cuarteto”. El tema principal del cuarteto son las notas D. Es. C. H., es decir mis iniciales (D. Sch) [son una transliteración de los caracteres cirílicos al alemán]. También hay temas emparentados con otras composiciones, como la canción revolucionaria ‘Atormentado por las penalidades del cautiverio’. Otros remiten a mi Primera Sinfonía, a la Octava, al Trío, al Concierto para violonchelo, a Lady Mackbeth, a la Décima Sinfonía. De manera indirecta aludo a la marcha fúnebre de El Ocaso de los Dioses, de Wagner. ¡Vaya mezcolanza!. Este cuarteto destila tal dramatismo teatrero que mientras lo componía eché una cantidad de lágrimas como la orina que se expulsa tras [beber] media docena de cervezas. Cuando volví a casa, intenté tocarlo en dos ocasiones y de nuevo me deshacía en lágrimas. Aunque esta vez no se debían a su carácter seudotrágico, sino a lo maravillosamente cerrada que resulta su forma. Claro que es muy posible que aquí me sienta un tanto embriagado ante mi propia genialidad, embriaguez que posiblemente también se me pase pronto, pues, por lo crítico que suelo ser conmigo mismo, ya estoy viendo venir la resaca””

Y un nuevo documento testimonial, debido esta vez al violonchelista Yuri Turovsky, quien asistió a la reunión de la Unión de Compositores, organismo en el que se decidía, previo debate, si una obra musical era o no digna de ser compuesta, interpretada o publicada. En 1984, Turovsky escribió:

""Cuando esta nueva composición fue discutida en una de las inevitables reuniones de la Unión de Compositores, fue casi de rutina que uno de los críticos, al expresar una opinión favorable a la obra, comenzara su discurso con una frase tópica que habría pasado desapercibida dentro de los usos comunes soviéticos: “el compositor Shostakovich, en su nuevo Cuarteto, junto con toda la Nación Soviética y los trabajadores del mundo entero, protesta con enfado ...”; pero aquí, Shostakovich le interrumpió, se puso de pie y comenzó a gritar casi histéricamente: “¡No, no, no; soy yo, entiéndalo de una vez, soy yo el que protesta, el que protesta soy yo! ¿Se entera usted de que es mi propia protesta, ‘mi protesta’?”. Después se sentó y no volvió a hablar. No sé si este incidente quiere decir algo para un occidental, pero sé muy bien que para una persona que viva, o que haya vivido, en la Unión Soviética, este incidente está lleno de significado y arroja la mayor cantidad de luz sobre esa música y su dedicatoria""




Así, pues, según estos testimonios, el Octavo Cuarteto fue escrito como una protesta contra el terror estalinista. La dedicatoria “A las víctimas del fascismo” era una tradición casi obligada en los compositores soviéticos de esos años y, por tanto, no se puede considerar una dedicatoria sincera. De todas maneras, es poco significativa, dado que en aquellos tiempos, los que no estaban de acuerdo con la “manera” de hacer las cosas de Stalin, los disidentes, llamaban “fascista” tanto a los comunistas estalinistas como a los nazis hitlerianos. Shostakovich, por entonces fue obligado a afiliarse al partido comunista por mandato de Kruschev, cosa que él no quería hacer en absoluto. Hay un documento que lo afirma, una carta a su amigo Glickman en la que le dice que prefiere morir antes que pasar por la vergüenza de ser mostrado al mundo como militante del Partido. Sus amigos lo convencieron ante la disyuntiva entre la muerte y la afiliación, así que finalmente, en el verano de 1960 leyó su discurso de ‘aceptación’, el cual estaba escrito, naturalmente, por la jerarquía del Partido.

Se ha dicho que esta obra se escribió en los tres días que el autor pasó en Dresde en 1960 y que esta ciudad, aun en ruinas por la guerra, le causó una impresión que dio lugar a una desenfrenada escritura rápida en la que no faltaban los acordes trágicos (las tres notas machaconas en el cuarto movimiento) que serían la onomatopeya de las bombas cayendo y destruyendo la ciudad. Esta suposición es casi con seguridad falsa. Shostakovich ya estuvo en Dresde en 1950 para participar en el Festival Bach (por el 200 aniversario de su muerte) y ya vio la ciudad en ese estado. (En esta ocasión decidió escribir, en homenaje a Bach, los ‘24 Preludios y Fugas’ para piano, Op. 87). En su visita de 1960, es posible que se acordara de la de diez años antes y le trajera recuerdos amargos de esos años, los más amargos de su vida personal y profesional. Es posible, casi seguro, que el Octavo Cuarteto ya estuviese compuesto y en borrador y que la segunda visión de Dresde y los recuerdos que le produjo hicieran que esa obra fuera pasada al papel en las horas libres de los tres días que permaneció allí para asistir al rodaje de la película “Cinco días, cinco noches”, que llevaría música suya.
Los acordes machacones que aparecen en el cuarto movimiento de este cuarteto -y también en el tercer movimiento del Tercero y en los movimientos primero y tercero del Séptimo, así como en el comienzo de la Decimoquinta Sinfonía y en tantos otros lugares de sus obras- son más bien la onomatopeya de unos puños golpeando una puerta en medio de la noche. Desde que fue declarado enemigo del pueblo, el compositor tenía preparado un hatillo junto a la puerta de su casa por si lo iban a buscar alguna noche. Todas las noches se oía ruido de coches que realizaban esa labor por toda la ciudad.
(FSE) - (Para más información sobre aspectos de la vida y música de Shostakovich, ver "Shostakovich acosado por la autoridad" en el blog www.musicaunmundopolisemico.blogspot.com)