16-04-09 - Nº 13 - GUILLERMO GONZÁLEZ y ALBÉNIZ

GUILLERMO GONZÁLEZ, pianista.




Sin duda, escribir sobre Albéniz viene a resultar una tarea complicada debido a la gran cantidad de escritos ya existentes y, a la vez, la ausencia de un estudio biográfico completo y en profundidad. Los realizados en los últimos años por expertos y musicólogos como Jacinto Torres, W. Aaron Clark, Marta Falces y hasta por el propio pianista Guillermo González, han traído nueva luz acerca de ciertos hechos de la biografía y de la obra del autor. Así, hoy sabemos que fue el propio Isaac quien difundió entre sus amistades y periodistas información incorrecta sobre su juventud, en concreto los aspectos relacionados con algunos de sus viejes a América y con sus estudios con Liszt. Datos que, tomados por ciertos, fueron apareciendo en la mayoría de las biografías primeras.



Desde el siglo XVI, en que la música española está universalmente en un primer puesto (representada por Tomás Luis de Victoria, Francisco Guerrero, Cristóbal de Morales, Antonio de Cabezón, Francisco Salinas y Diego Ortíz) no aparece ningún otro compositor que los iguale hasta finales del XIX, el cual no es otro que Isaac Albéniz. Se dice pronto, pero discurren tres siglos de sequía musical casi completa en España, un páramo extenso, árido y llano, en el que sólo se pueden divisar algunas colinas circunstanciales y efímeras (Martín y Soler, Arriaga, Antonio Soler y los dos italianos españolizados, Doménico Scarlatti y Luigi Boccherini). Durante el periodo barroco, la música española queda confinada en las catedrales, donde sirven los maestros de capilla y los organistas, quedando toda su obra en el interior y sin participar del esplendor cosmopolita de otros países. Durante el siglo XVIII florece la tonadilla escénica y la zarzuela en el XIX, ambos géneros circunscritos igualmente al territorio español, hasta que aparece la figura, ya universal, de Isaac Albéniz que ocupa todo el último cuarto del siglo XIX y los nueve primeros años del XX. Desde 1905 a 1909 se van sucediendo las presentaciones en público de las doce obras que conforman los cuatro cuadernos de “Iberia”, siendo desde entonces aclamados como lo mejor del pianismo español de todos los tiempos.







(Foto: piano y biblioteca, guardados en Sevilla)

Cuando Debussy decía que con Iberia, Albéniz “tira la música por las ventanas” señalaba que la inspiración le salía a borbotones con un derroche de imaginación y creando una música de múltiples temas, frases y matices imposibles de desarrollar inmediatamente, pues ya estaba ahí, empujando y pidiendo paso, el siguiente tono, ritmo o frase nueva, llena de originalidad y frescura. Al afirmar el compositor francés que “jamás la música logró crear impresiones tan diversas y coloreadas”, se refería a las impresiones que producían esas notas de adorno, esas apoyaturas que dan lugar a la simultaneidad de dos notas a intervalos de medio tono (o sea, disonantes). Y por supuesto, se refería al subtítulo de la obra: ”Doce nuevas impresiones en cuatro cuadernos”, que explica por sí solo la esencia de este monumento sonoro con el que Albéniz crea una “música española con acento universal”, según sus propias palabras. Añadamos que se creaba así una música arrolladoramente actual, original y cuna del llamado "nacionalismo musical español" que durante los lustros siguientes sería continuado por Granados, Falla y Turina.







Alguien dijo que Las piezas de Iberia eran “excesivos desarrollos de muy pequeñas ideas”. A lo que habría que contestar que más bién es al contrario, que constituyen un puñado de grandes ideas musicales que están poco desarrolladas. Piénsese qué haría un Chopin o un Liszt con una de ellas, por ejemplo con “Almería”. Haría un concierto para piano y orquesta con tres movimientos, desarrollando el comienzo como primero (Allegro), la copla como segundo (Andante o adagio) y el final como tercero (Presto). Pero ésto es ya un sueño imposible.
También se dijo de Iberia que era una música difícil, hasta el punto de que algunos pianistas facilitaban la partitura para poder tocarla. Mejor no citar nombres pues, como se ha dicho al principio, hay anécdotas que hoy se han revelado falsas. Lo cierto es que Albéniz fue un adelantado a su tiempo y hoy se puede escuchar su música tal y como fue escrita gracias a los estudios realizados por especialistas, como es el caso del pianista que hoy nos visita, Guillermo González.
Iberia es un monumento pianístico comparable al de Chopin, Liszt y Schumann, y si su interpretación resulta todavía difícil no será por capricho del autor sino por la propia esencia sonora de una obra con una textura intrincada que debe ser reflejada con claridad y brillo para así decir lo que tiene que decir. Su originalidad deslumbró al mundo musical de principios del siglo XX y lo sigue haciendo hoy, exactamente cien años después de la muerte de su autor el 18 de mayo de 1909.


Aspectos de Albéniz. El estilo. Iberia
Es el músico español que alcanza una mayor proyección universal en vida desde el siglo XVI. Los principales estudiosos de su biografía y obra fueron extranjeros, hispanistas como Henry Collet, Gabriel Laplane y W.A. Clark. Por increíble que parezca, la ausencia de estudios musicológicos debidos a autores españoles ha perdurado hasta nuestros días, en los que, ya sí, están apareciendo apreciables y extensas monografías sobre su vida y obra. Se van corrigiendo errores en datos biográficos que eran repetidos una y otra vez, ya que se fiaban unos de otros sin recurrir a las fuentes. Más aún, las fuentes consultadas eran engañosas, pues algunos equívocos eran creados por el propio Albéniz, a quien le gustaba presumir de alumno de Liszt. Por supuesto, no pensó que unas notas de juventud serían tomadas en serio, primero por su hija Laura, y después por todo aquel musicógrafo que iba a las fuentes más cercanas al músico.



Albéniz no cita en sus obras melodías populares, pero su acento español, andaluz sobre todo, queda claramente determinado en sus obras, sobre todo en Iberia. Así fue el procedimiento seguido por Dvorak con las melodías americanas al componer su Sinfonía del Nuevo Mundo, escrita en 1893 y, por tanto, inmediatamente anterior a la Iberia de Albéniz. Esta manera de hacer música se ha llamado "Nacionalismo musical" y los que la hacen, "nacionalistas".
No hay obra de Albéniz que gane en esplendor y originalidad a las escritas para el piano. Escribió canciones, óperas con libreto del rico banquero inglés Money Coutts, con quien firmó un “pacto de Fausto” como decía el propio Isaac, por el que, a cambio de una pensión, el músico pondría en solfa sus libretos. Pero Albéniz no tenía madera de operista y no dio lugar a ninguna ópera de valor, exceptuando Pepita Jiménez, aunque tampoco ha sido habitual en los teatros.
Los manuscritos de las partituras de Albéniz, hoy desvelados y estudiados a fondo por el pianista Guillermo González, son de una limpieza y claridad que cuesta creer que hayan sido tan malinterpretados hasta tiempos recientes. Es verdad que en las primeras ediciones aparecen numerosas faltas y omisiones, que no fueron corregidas por el compositor, sin duda por encontrarse ya muy enfermo. Pero, una vez corregidos, se nos presenta un compositor muy riguroso y de la máxima talla profesional.


Iberia

En 1893, casado y relativamente libre, Albéniz se establece en París. Era el periodo postwagneriano, periodo investigador y lleno de novedades debidas al “franckismo”(un tipo de neoacademicismo creado por Cesar Franck) y a la Schola Cantorum dirigida por Vincent d’Indy. En esos años, Albéniz conoció la máxima altura que tenía que escalar para llegar a donde quería: el problema del estilo, cómo crear uno propio y dominarlo. Consideró sus composiciones juveniles como “porquerías” (eso dijo en cierta ocasión, quizás comparando el estilo deseado con lo que ya había compuesto). Por todo ello, su inspiración sufrió una crisis. Pero salió victorioso gracias a la última obra que le dejó componer su ya maltrecha salud. Iberia nace en cuatro “partos” de tres criaturas cada uno, las cuales van siendo estrenadas por la misma pianista, Blanca Selva, en mayo de 1906 (Primer cuaderno), septiembre de 1907 (Segundo cuaderno), enero de 1908 (Tercer cuaderno) y febrero de 1909 (Cuarto cuaderno). Esta victoria y estos “dolores de parto” dieron nacimiento a la Iberia que, parafraseando a Adolfo Salazar, es la luz encontrada de nuevo, ampliada y mejorada, tras el sol disfrutado en la juventud y el posterior paso por una niebla desorientadora. Es la España lejana, el grito del desterrado, la evocación nostálgica. Iberia es España vista a través del prisma del arte.









SIGNIFICATIVA NOTICIA EN LA
PRENSA DE LA DÉCADA DE 1980

La Suite consta de doce piezas que entonces parecieron largas y dejó consternados a sus admiradores aficionados al piano, ya que las enormes dificultades que encontraron en ella les impediría interpretarlas. Dejó con esta obra las componendas de las exigencias prácticas y comerciales. Alcanzar su sueño artístico sería ya su única meta. Según Henry Collet, sus admiradores tuvieron la impresión de que Albéniz quería “amortiguar los contornos nítidos, los vivos relieves de los motivos y ritmos populares”. Pero los entendidos lo comprendieron todo; Debussy escribió alabanzas sin par sobre las Doce piezas. De Albaicín diría que “Se revive la atmósfera de las noches de España, perfumadas de claveles y aguardiente...”. Y de Eritaña: “Es la gloria de la mañana... Una muchedumbre variopinta pasa con estallidos de risas. Jamás la música ha alcanzado impresiones tan diversas, tan llenas de color; los ojos se cierran como deslumbrados por haber contemplado demasiadas imágenes.”
Definitivamente, Isaac Albéniz había encontrado su estilo, su personalidad musical, que fue la que España entera se apropió y desarrolló como su propio idioma musical después de tres siglos de música doméstica, buena música, sí, pero para consumo interno. Con Albéniz, la música española es apreciada fuera de nuestros contornos, sale de casa y se hace universal. (Federico Soria E.)

1 comentario:

El tío la vara dijo...

Hola, en el artículo aparece una foto con la anotación (Foto: piano y biblioteca, guardados en Sevilla). Me gustaría saber si actualmente el piano se encuentra en Sevilla o si estuvo en el pasado. Si me pudieran dar más datos sobre el origen de la foto se lo agradecería.
Saludos