24-04-09 - Nº 14 - CUARTETO DE MOSCÚ

CUARTETO DE MOSCÚ



Alexander Borodin (1833-1887)

Cuarteto nº 2, en Re mayor.

Parece haber sido escrito en un tiempo de dos meses, al regreso de un viaje a Alemania dondehabía tenido un encuentro con Liszt y volvía junto a su mujer. Según su biógrafo S.A. Dianine, el cuarteto fue concebido como regalo a su mujer por el vigésimo aniversario de su matrimonio. Escrito en un estado de máxima concentración, desconocido en él, a quien se le llamada “compositor de fines de semana”, pues como sabemos, él era bioquímico.
Estrenado en San Petersburgo el 9 de marzo de 1882








Dmitri Shostakóvich (1906-1975)
Cuartetos Nos. 7, Op. 108 y 8, Op. 110 (1960)


SÉPTIMO CUARTETO Es el cuarteto más corto del autor, de una duración entre 11 y 13 minutos. Como ya sucedió en el nº 5, sus tres movimientos se suceden sin pausa, escritos en forma de una única secuencia. Escrito, como el nº 8, en 1960, está dedicado “A la memoria de Nina Vasilievna”, primera esposa de Shostakovich y que había muerto en 1954. Estrenado el 15 de mayo de 1960 en la Sala Glinka, de Leningrado, por el Cuarteto Beethoven.


(En la foto: Shostakovich, su esposa Nina y Sollertinski, en 1932)

OCTAVO CUARTETO Es el más conocido e interpretado de Shostakovich. Sus cinco movimientos se suceden sin pausa. La dedicatoria “A la memoria de las víctimas del fascismo y de la guerra” nos impulsa a conocer en primer lugar qué circunstancias rodearon el nacimiento de esta genial obra. En las memorias tituladas “Testimonio” y dictadas por Shostakovich a Solomón Volkov, se incluyen párrafos de reflexión acerca de esta y otras obras que tenían que ver con la guerra. Dado que estas memorias han sido objeto de numerosas críticas, se procura citar aquí los párrafos más ampliamente aceptados:




<< Naturalmente, el fascismo me resulta repugnante, pero no sólo el fascismo alemán; en cualquiera de sus formas me resulta repugnante. A la gente le gusta recordar el período de preguerra como una época idílica, diciendo que todo estaba bien hasta que Hitler nos perturbó. Hitler era un criminal, eso está claro, pero también lo era Stalin.
Siento un dolor eterno por aquellos que fueron asesinados por Hitler, pero siento no menos dolor por aquellos asesinados por órdenes de Stalin. Sufro por cada uno de los que fueron torturados, fusilados o abandonados hasta la muerte. Hubo millones de ellos en nuestro país antes de que la guerra con Hitler empezara.
La guerra trajo mucha amargura nueva y mucha destrucción nueva, pero yo no he olvidado los terribles años de preguerra. De eso es de lo que tratan todas mis sinfonías, empezando por la Cuarta e incluyendo la Séptima y la Octava. No tengo nada que oponer a que se llame ‘Sinfonía Leningrado’ a la Séptima, pero no se trata de Leningrado sitiada por el ejército de Hitler, sino de Leningrado que Stalin destruyó y que Hitler meramente remató. [...] Después, toda la miseria se le atribuyó a la guerra, como si sólo durante ella la gente hubiera sido torturada y asesinada. Por ello, la Séptima y la Octava son ‘sinfonías de guerra’. Esta es una tradición muy arraigada. Cuando escribí el ‘Octavo Cuarteto’ también fue calificado de “desenmascaramiento del fascismo”. Tienes que estar sordo y ciego para hacer tal cosa, porque todo en este cuarteto es tan claro como el agua. Cito en él a Lady Mackbeth y las Sinfonías Primera y Quinta; ¿qué tiene que ver el fascismo con esas citas?. El Octavo es un cuarteto autobiográfico, cita una canción conocida por todos los rusos: “exhausto por las penalidades de la prisión”.>>

Hay otro documento igualmente significativo sobre este cuarteto: En una carta de Shostakovich a su amigo más íntimo, Isaac Glikman, (carta que ha sido publicada junto con otras enviadas a este musicólogo) habla de las circunstancias de composición del Octavo Cuarteto. Después de decir que, en Dresde, en lugar de dedicar los tres días que permaneció allí para componer la música de la película ‘Cinco días, cinco noches’, ""Escribí un cuarteto que no sirve para nada y que es ideológicamente reprobable. Pensaba que si me muriese, sería difícil que alguien compusiera una obra en mi memoria, de modo que decidí escribir yo mismo algo para ese fin. En la portada se podría poner: “Dedicado a la memoria del compositor de este cuarteto”. El tema principal del cuarteto son las notas D. Es. C. H., es decir mis iniciales (D. Sch) [son una transliteración de los caracteres cirílicos al alemán]. También hay temas emparentados con otras composiciones, como la canción revolucionaria ‘Atormentado por las penalidades del cautiverio’. Otros remiten a mi Primera Sinfonía, a la Octava, al Trío, al Concierto para violonchelo, a Lady Mackbeth, a la Décima Sinfonía. De manera indirecta aludo a la marcha fúnebre de El Ocaso de los Dioses, de Wagner. ¡Vaya mezcolanza!. Este cuarteto destila tal dramatismo teatrero que mientras lo componía eché una cantidad de lágrimas como la orina que se expulsa tras [beber] media docena de cervezas. Cuando volví a casa, intenté tocarlo en dos ocasiones y de nuevo me deshacía en lágrimas. Aunque esta vez no se debían a su carácter seudotrágico, sino a lo maravillosamente cerrada que resulta su forma. Claro que es muy posible que aquí me sienta un tanto embriagado ante mi propia genialidad, embriaguez que posiblemente también se me pase pronto, pues, por lo crítico que suelo ser conmigo mismo, ya estoy viendo venir la resaca””

Y un nuevo documento testimonial, debido esta vez al violonchelista Yuri Turovsky, quien asistió a la reunión de la Unión de Compositores, organismo en el que se decidía, previo debate, si una obra musical era o no digna de ser compuesta, interpretada o publicada. En 1984, Turovsky escribió:

""Cuando esta nueva composición fue discutida en una de las inevitables reuniones de la Unión de Compositores, fue casi de rutina que uno de los críticos, al expresar una opinión favorable a la obra, comenzara su discurso con una frase tópica que habría pasado desapercibida dentro de los usos comunes soviéticos: “el compositor Shostakovich, en su nuevo Cuarteto, junto con toda la Nación Soviética y los trabajadores del mundo entero, protesta con enfado ...”; pero aquí, Shostakovich le interrumpió, se puso de pie y comenzó a gritar casi histéricamente: “¡No, no, no; soy yo, entiéndalo de una vez, soy yo el que protesta, el que protesta soy yo! ¿Se entera usted de que es mi propia protesta, ‘mi protesta’?”. Después se sentó y no volvió a hablar. No sé si este incidente quiere decir algo para un occidental, pero sé muy bien que para una persona que viva, o que haya vivido, en la Unión Soviética, este incidente está lleno de significado y arroja la mayor cantidad de luz sobre esa música y su dedicatoria""




Así, pues, según estos testimonios, el Octavo Cuarteto fue escrito como una protesta contra el terror estalinista. La dedicatoria “A las víctimas del fascismo” era una tradición casi obligada en los compositores soviéticos de esos años y, por tanto, no se puede considerar una dedicatoria sincera. De todas maneras, es poco significativa, dado que en aquellos tiempos, los que no estaban de acuerdo con la “manera” de hacer las cosas de Stalin, los disidentes, llamaban “fascista” tanto a los comunistas estalinistas como a los nazis hitlerianos. Shostakovich, por entonces fue obligado a afiliarse al partido comunista por mandato de Kruschev, cosa que él no quería hacer en absoluto. Hay un documento que lo afirma, una carta a su amigo Glickman en la que le dice que prefiere morir antes que pasar por la vergüenza de ser mostrado al mundo como militante del Partido. Sus amigos lo convencieron ante la disyuntiva entre la muerte y la afiliación, así que finalmente, en el verano de 1960 leyó su discurso de ‘aceptación’, el cual estaba escrito, naturalmente, por la jerarquía del Partido.

Se ha dicho que esta obra se escribió en los tres días que el autor pasó en Dresde en 1960 y que esta ciudad, aun en ruinas por la guerra, le causó una impresión que dio lugar a una desenfrenada escritura rápida en la que no faltaban los acordes trágicos (las tres notas machaconas en el cuarto movimiento) que serían la onomatopeya de las bombas cayendo y destruyendo la ciudad. Esta suposición es casi con seguridad falsa. Shostakovich ya estuvo en Dresde en 1950 para participar en el Festival Bach (por el 200 aniversario de su muerte) y ya vio la ciudad en ese estado. (En esta ocasión decidió escribir, en homenaje a Bach, los ‘24 Preludios y Fugas’ para piano, Op. 87). En su visita de 1960, es posible que se acordara de la de diez años antes y le trajera recuerdos amargos de esos años, los más amargos de su vida personal y profesional. Es posible, casi seguro, que el Octavo Cuarteto ya estuviese compuesto y en borrador y que la segunda visión de Dresde y los recuerdos que le produjo hicieran que esa obra fuera pasada al papel en las horas libres de los tres días que permaneció allí para asistir al rodaje de la película “Cinco días, cinco noches”, que llevaría música suya.
Los acordes machacones que aparecen en el cuarto movimiento de este cuarteto -y también en el tercer movimiento del Tercero y en los movimientos primero y tercero del Séptimo, así como en el comienzo de la Decimoquinta Sinfonía y en tantos otros lugares de sus obras- son más bien la onomatopeya de unos puños golpeando una puerta en medio de la noche. Desde que fue declarado enemigo del pueblo, el compositor tenía preparado un hatillo junto a la puerta de su casa por si lo iban a buscar alguna noche. Todas las noches se oía ruido de coches que realizaban esa labor por toda la ciudad.
(FSE) - (Para más información sobre aspectos de la vida y música de Shostakovich, ver "Shostakovich acosado por la autoridad" en el blog www.musicaunmundopolisemico.blogspot.com)

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