Concierto del 14 de octubre de 2009 -
Eulalia Solé, pianista
J. S. Bach (1685 -1750)
Cuatro Preludios y fugas de El Clave Bien Temperado, libro I
- Nº 1 Do mayor, BWV 846
- Nº 2 Do menor, BWV 847
- Nº 13 Fa mayor, BWV 858
- Nº 14 Fa menor, BWV 859
El año 1722, siendo maestro de capilla en Koethen, de donde se mudaría a Leipzig al año siguiente, Bach terminó su Clave bien temperado, hoy conocido como libro I, ya que en 1744 compuso otros 24 preludios y fugas, que, aunque no lo titularía con el mismo nombre, las conocemos como El CBT-libro II.
Se trata de una obra pedagógica, lo que ya se advierte en el preámbulo, del que cito un fragmento: “Preludios y fugas en todos los tonos y semitonos … Para uso y provecho de los jóvenes deseosos de aprender y también para pasatiempo de los que hayan adquirido destreza.” Esta obra, el Libro de Ana Magdalena Bach, el Clvierübung (Ejercicios para clave), el Orgel.Buchlein (Pequeño libro de órgano), las Sinfonías e invenciones (a dos y tres voces) y otras varias obras, son las que acreditan a nuestro músico como uno de los mejores autores de libros de ejercicios para teclado. Hoy son recomendados en todos los conservatorios del mundo. Y no sólo lo fue en el teclado, pues sus obras para violín y violonchelo han quedado, igualmente, como piezas de obligado estudio, incluyendo aquellas que no tenían esa finalidad. Es conocido que los intérpretes de violín, violonchelo y piano no se consideran completos, por así decirlo, si no han estudiado y conocido a fondo estas obras de Bach.
W. A. Mozart (1756 – 1791)
Sonata para piano Nº 13, en Si bemol mayor, KV 333.
Escrita en 1778, esta sonata es la última que escribe Mozart en el estilo galante, pues ha decidido tomarse el piano con más seriedad y altura de miras. Es después de ella cuando Mozart deja este estilo, está seis años sin componer sonatas para piano y finalmente, ya en Viena y con lúcida audacia, se abandona resueltamente a su destino. Su siguiente sonata será del año 1784 y es todo lo opuesto a lo galante.
La KV 333 se abre con un tema tomado de su antiguo amigo londinense Johann Christian Bach, a quien había vuelto a encontrar en París. Posiblemente fue comenzada en París y terminada en Estrasburgo. La sonata es de una longitud inusual y ello nos habla del Mozart desvinculado de los ambientes parisino en los que “se exigía tiránicamente la brevedad”. Mozart sale de París hacia Viena y pasa por Estrasburgo, y no es sólo un cambio de ambiente geográfico sino –como se ha dicho- también musical. Esta sonata significa, así, el puente por el que regresa a su verdadero yo, o bien por el que se lanza a la conquista de sus magníficos diez o doce últimos años musicales.
R. Schumann (1810 – 1856)
Escenas de niños (Kinderszenen, Op. 15) – (1838)
Escenas de niños está compuesta de una colección de trece piezas que se titulan:
1. De tierras y gentes extrañas
. 2. Curiosa historia
3. Jugando al escondite
4. Súplica infantil
5. Casi feliz
6. Suceso importante
7. Ensueño
8. Al camino
9. En el caballo de madera
10. Casi demasiado en serio
11. Que viene el coco
12. El niño duerme
13. Habla el poeta
Estas miniaturas forman parte de la “música poética” de Schumann, en la que, según el propio autor, las ideas extramusicales o acontecimientos variados pueden influir en el proceso de composición. Schumann escribió a Clara Wieck, su futura esposa, que la obra es una reminiscencia de las palabras de ella cuando le decía que él “a veces se comportaba como un niño”. Así que compuso esta obra diciéndole que deberá guardar su virtuosismo, pues “son claras para la imaginación y fáciles de silbar”. Al parecer, los títulos se los puso después de componer la música. En un principio le puso el título genérico de “Escenas de niños escritas por un adulto”. Más tarde las llamó “Reminiscencias de un adulto para adultos”. Se trata, pues, de una música sobre los niños y no para los niños.
E. Granados (1867 -1916)
a) Quejas o La maja y el ruiseñor.
Esta obra cierra la primera de las dos partes de Goyescas, para piano. De tiempo lento, destila nostalgia y melancolía. Con forma de lied, la obra rememora el momento de la ópera en el que Rosario, la maja, canta con sentimiento cuando escucha el trino de un ruiseñor en el jardín de su casa. La escena está basada en una canción popular que Granados escuchó en Valencia durante su juventud. La canción dice así:
Una tarde que me hallaba
En mi jardín divertida,
oí una voz dolorida
que un pajarillo cantaba.
Y a mí, como me gustaba
Del pajarillo la voz,
Seguí sus pasos veloz,
Oí que estaba cantando
¡Ay! En el árbol del amor.
Es la más conocida de las seis piezas que forman este retablo pianístico de Goyescas y posiblemente sea también lo más difundido de toda su obra.
b) El pelele
Escrita después de los dos cuadernos de Goyescas, es sin embargo una obra de alto rango. Tanto que Granados la colocó al principio de su ópera “Goyescas”. Como pieza pianística, el autor la titulaba “Goyesca”, como el cuadro de Goya del mismo título de 1792, en el que se pinta el manteo de un muñeco de trapo de tamaño natural de un hombre y siendo cuatro majas las que tiran de las cuatro esquinas de la manta.
Esta pieza musical fue escrita en 1913 y estrenada por su autor en marzo de 1915, en el Palau de Barcelona en un concierto a beneficio de la Cruz Roja francesa, en plena Primera Guerra Mundial.
Su belleza está a la altura máxima de las obras de Granados y no faltan expertos musicólogos que la ponen –como ocurre con El pelele- en el puesto número uno de su producción y hasta en lo más alto del pianismo español hasta entonces. Su morfología es muy sencilla, pues usando elementos populares que recuerdan el fandango y el bolero, la obra entera queda dibujada en un esquema de cuatro notas, a pesar de lo cual nunca llega a cansar al oyente. Es una obra brillante y rica en colorido, de la que su creador dijo que era “extremadamente difícil”.
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